26 diciembre 2007

Las lágrimas de Bojan

He trobat aquest article genial i optimista i m'he dit que en aquests dies tristos pels blaugrana, deixem lloc a l'esperança. Aquí el reprodueixo perquè el pugueu llegir. És de Juan J. Alonso, de La Nueva España, un diari d'Oviedo. A Espanya també hi ha culés, com aquí es demostra.

Blade Runner» es una película de preguntas. Y la que hacen los replicantes quema por encima del resto. Estos robots, casi indistinguibles de los humanos, buscan una respuesta a su finitud: quieren vivir más de los tres años establecidos por su sistema. Pero, ay, por mucho que se rebelen contra su creador, el camino tiene un final establecido.
El Barcelona de Rijkaard, al igual que los replicantes, se ha dado cuenta de que es mortal. Su período vital llega a su fin y los culés se resisten a admitirlo. Pocas cosas en el fútbol actual han sido tan cinematográficas como las lágrimas de Bojan hundiéndose en la lluvia tras haber perdido ayer. Sí, este equipo ha visto naves estallando más allá de Orión, ha ganado copas de Europa y ligas, ha resucitado formas de jugar olvidadas... pero, ya lo cantaba Dylan, «todo se acabó ya, chicos tristes». Lo que en el pasado fue un motor jubiloso y exultante, ahora es una escuadra fantasmal que depende de un Ronaldinho asustado y de un Rijkaard silente. Muy poco para afrontar una temporada en Liga, Copa y Champions.

Según el filme de Ridley Scott, a los replicantes se les detectaba con un test llamado «Voight-Kampf», que medía la dilatación de las pupilas ante diversos estímulos. De esta forma se conseguía saber si el sujeto era humano o no. El partidazo de Sergio Ramos (apoyado en una defensa impecable) y el gol con el exterior de Baptista han sido los encargados de realizarle este examen al Barcelona. Con un sentido práctico enorme han demostrado que el ciclo del club azulgrana se extingue.

Aún así, no necesitaron de mucho los jugadores del club merengue al escribir el epitafio de los «culés». Un esbozo de Casillas, lo típico de Raúl (pelea, pelea y más pelea), algo de juego al pie... demasiado poco, una vulgaridad abrumante, si consideramos que bastó para acabar con un conjunto prehistórico como el Barça. De paso, por el medio, Mejuto y sus compañeros asturianos finiquitaron con mucha dignidad este encuentro soso y con poca garra.

Al final, el Real Madrid, en un partido convencional, físico y basado en la tensión típica de los derbis, hizo resbalar las lágrimas por la cara de Bojan. El chaval, como los replicantes, ve que todo se derrumba mientras que los jugadores del equipo blanco siguen la luminosa carretera de los créditos de «Blade Runner» y se abrazan al futuro.
El Milan perdió 2-1 con el Inter, así que va a ser difícil que el equipo de Kaká gane el Campeonato italiano. Eso no es una buena noticia para los equipos que aspiran a ser campeones de Europa, porque al Milan sólo le queda un clavo al que agarrarse, y es precisamente la Liga de Campeones. ¿Qué? ¿Cómo dice? ¿Que diga algo del Barça-Madrid? Es que... me gusta el Calcio. Ya, ya, ya. Vale, me pongo.

Perdimos, joder. ¿Qué más se puede decir? Podemos decir que la derrota en casa ante Los Otros es sólo una derrota táctica, no estratégica. El Barça tiene un plan estratégico para terminar el año 2008 paseándose por las Ramblas, y puede que ese plan pase por perder el último partido del año 2007. Las tácticas se hacen para ganar batallas, pero las estrategias son planes para ganar una guerra. Y la guerra de la temporada 2007-2008 finalizará en 2008. Que Los Otros coman las uvas sintiéndose superiores porque un zapatazo de Baptista quiso viajar a la escuadra de la portería de Valdés. Queda mucha guerra. Un equipo como Los Otros, que lo mismo sube a Guti a los altares como que lo señala como la causa de todas las depresiones, o que dispone de jugadores como Robben, Sneijder, Saviola y tantos otros que no serían titulares ni en la peor pesadilla del más madridista de los madridistas, no puede ganar la guerra. Lo propio del equipo de Raúl (¿jugó Raúl en el Nou Camp?) es ganar batallas, pero no guerras, y eso es algo tan cierto como que el peinado de Sergio Ramos es una afrenta a la tradición futbolística. Los Otros serán grandes subcampeones de todo, pero campeones de nada. Un equipo, como un Ejército, puede disponer de una superioridad táctica que le permita derrotar al enemigo en batallas aisladas, pero también puede perder la guerra porque carezca del suficiente poder humano y material o porque sea vencido en la no convencional guerra de guerrillas. Los Otros no pueden ganar siempre. Su brillante táctica no puede llevarles a la victoria final porque carecen de estrategia. Llegará el día en que Casillas pierda la fe. No siempre los rebotes de Pepe se irán fuera de la portería. Barcelonistas, ánimo: ganaremos esta guerra porque somos superiores humana y materialmente. La derrota del domingo no es una derrota estratégica, sino táctica.

El Milan, por cierto, de pena, ¿no?